lunes, 24 de mayo de 2010

Crítica del disco de Nacho Goberna - “Un bosque de Té verde” en MUZIKALIA.COM y en KOULT.ES

Portada Boc - 07

MUZIKALIA.COM

por FIDEL OLTRA

http://muzikalia.com/leerdisco.php/2361/nacho-goberna/un-bosque-de-te-verde

20 de Mayo de 2010

Nacho Goberna siempre me ha parecido, ya desde sus tiempos de La Dama Se Esconde, un poeta más que un músico. Salvando todas las distancias que el lector desee establecer, vendría a ser como Leonard Cohenescribiendo en castellano. Incluso en los momentos de máximo esplendor de su banda, allá a finales de los 80, sus canciones me llamaban mucho más la atención por sus letras, sus giros, sus extrañas combinaciones o por su libre interpretación de la gramática que por su música. En una década difícil, demasiado tarde para el tecnopop y demasiado pronto para el indie, supo en mi opinión enarbolar con dignidad la bandera de la personalidad a pesar de verse envuelto por el torbellino del mainstream. No hay mucha gente que pueda presumir de ello.


Casi una década después de haber finalizado su aventura en grupo, Nacho presentó su primer disco en solitario, Transparente  (El Diablo!, 2002), que resultó ser un bello tratado sobre el tiempo y la vida, repleto de sensibilidad y poesía. Otra vez han tenido que pasar casi diez años para poder disfrutar de su nuevo trabajo, Un bosque de té verde, que se mueve por los mismos territorios mágicos que su disco de debut: melodías evocadoras, letras personalísimas, actitud introspectiva y mirada melancólica al interior de uno mismo. Todo ello arropado por unos magníficos arreglos de piano (se nota mucho que, como cuenta él mismo en recientes entrevistas, ha estado escuchando a Satie), guitarras, cuerdas y algo, no mucho, de electrónica. Y con una magnifica presentación y un libreto impecable, como no podía ser de otra forma tratándose de un apasionado del diseño como es Nacho Goberna.


El primer verso de “Un cuento”, la primera canción del disco, es: “Recomiendo hoy un cuento, me parece divertido aunque nadie más que yo lo pueda leer”. ¿Es posible empezar con una declaración de intenciones más clara y sincera? Nacho sabe que sus letras son casi indescifrables, pero no le importa porque también sabe perfectamente le efecto que causan al ser escuchadas. Un efecto que compararía a la fascinación con la que un bebé atiende a un cuento infantil a pesar de que no entiende las palabras ni comprende la historia. De hecho, la magia de sus letras está precisamente en que para cada oyente pueden tener un significado distinto, único, particular. ¿Por qué las ardillas verdes nos protegen de los miedos? ¿Cómo son los “lobos luna”? ¿Qué recuerdos crecen en el jardín interior de cada uno de nosotros? ¿A qué suena una explosión envuelta en celofán? ¿Qué hay al final del pasillo de baldosas?


No deja de ser una paradoja, después de todo el panegírico anterior sobre sus poéticas letras, que una de las mejores canciones del disco carezca de ellas. “Memoria de unos ojos grises” es una sorprendente y bellísima pieza instrumental de más de 7 minutos que recuerda a las grandes bandas sonoras de genios como John Barry o Ennio Morricone. Un perfecto epílogo antes del final definitivo con “Mañana”, que empieza como una continuación de la mencionada pieza instrumental durante casi dos minutos para posteriormente ofrecer una de las descripciones más certeras y lúcidas que he leído recientemente sobre lo que debería ser la vida:“desatar cadenas y vivir, destrozar zapatos, caminar, no perdiendo el tiempo en anhelar lo que sin saber será querido…”.


Si hace más de 20 años Nacho Goberna nos invitaba a encontrarnos con él en la tierra de los sueños, ahora, cómodamente instalado allí y convertido en el perfecto anfitrión, se ofrece a acompañarnos en un recorrido por tan onírico lugar; un viaje durante el cual tendremos la oportunidad de desentrañar sus misterios, paladear sus secretos y, finalmente, descubrir que las palabras, hábilmente combinadas por un artesano del verbo como él, poseen muchos más significados de los que jamás podríamos imaginar.

KOULT.ES

por ZURI NEGRÍN

http://www.koult.es/2010/05/nacho-goberna-un-bosque-de-te-verde/

Alejado ya de los sonidos que le acompañaron durante casi una década al frente de La dama se esconde, y ocho años después de su primer disco en solitario, Invisible, Nacho Goberna vuelve a lamúsica alejado de cualquier tipo de convencionalismo, tanto en lo musical, como en la gestión. Un bosque de té verde (Closer Popnography, 2010) está publicado por su propio sello, y promocionado de una manera mucho más cercana a las redes sociales e internet, que a los mecanismos habituales.

¿Pero qué es lo que podemos encontrar en este bosque? Pues la obra cumbre de un artista en estado óptimo de madurez, con canciones de elevada profundidad poética y una producción emocionante. Alejado por completo del sonido de su banda, el disco es un laberíntico y melancólico bulevar de canciones que rebosan sentimientos contados con una escritura estremecedora y una voz que con los años se ha vuelto un poco más ronca, pero de cuyas grietas parecen salir la desolación y la introspección de un artista que confirma su trayecto en solitario como algo más que un capricho.

Y es que Un bosque de té verde es una delicada y sensible obra maestra, desde esas místicas notas de piano que abren el álbum con Un cuento. Una canción sólida como una roca que a la vez resulta un canto a la añoranza, a la felicidad perdida, a la melancolía y el desaliento. A partir de aquí, el disco es un festín de excelentes canciones. De recovecos ilustrados por hojas ocres que caen para cubrir la tristeza. De palabras entrelazadas hasta tejer textos que se van retorciendo como las ramas hasta conformar un sólido esqueleto reflexivo de frondoso calado.

El jardín interior de Nacho Goberna, como cualquier pequeño reducto de la naturaleza, también contiene sorpresas. Inesperados giros musicales, arreglos que, desde lo más sencillo, terminan viajando hasta las orquestaciones más complejas y sobrecogedoras. Como piezas de un puzzle que encaja a la perfección, y rodeado de elementos que reflejan un universo sentimental y atribulado. Un disco donde nada es lo que parece que se sirve de metáforas crípticas unidas a elementos más obvios, que van sucediéndose.

No, no es Un bosque de té verde un disco convencional. Se trata de un complejo trabajo en el que Nacho Goberna ha invertido muchos años de preparación, y cuya meticulosa elaboración se percibe en todas y cada una de las canciones, ya se trate de cortes más enigmáticos como el interminable camino de las dudas en Dentro de un por qué, introspectivos (Jardín interior) o historias más narrativas (Anocheciendo, Son las tres de este día, Por sentir).

Por si esto fuera poco, el último tramo del disco ofrece una desoladora y metafísica pieza musical de siete minutos, Memoria de unos ojos grises, que supone un interludio musical triste y melancólico para despedirse con Mañana, un pasaje poético que también recuerda a esas ganas de olvidar el pasado, y sonidos que nos recuerdan la energía de vivir con esperanza el presente. Con brillo en los ojos y la misma sensación de, tras unos minutos fuera del mundo real, salir de un bosque tan oscuro como esperanzador.

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